El ejercicio y la Frecuencia Respiratoria
Entonces, la justificación a los patrones de aumento de la frecuencia respiratoria durante la
actividad física, responde a dos de las funciones preliminares del sistema respiratorio: El
transporte de oxígeno a los diferentes tejidos del organismo para llevar a cabo la oxidación de
nutrientes; al mismo tiempo que la generación y desecho del CO2 que fue el producto de las
reacciones químicas para la obtención de la energía. Lo anterior, estrechamente relacionado con
el sistema cardiorespiratorio.
Mencionado proceso, en condiciones normales se sintetiza en que: tras trasladarse el oxígeno
por los distintos órganos del sistema respiratorio, éste llega a los alvéolos; para posteriormente
incorporarse a los capilares a través de difusión simple. Continuando, este oxígeno ya presente en
el torrente sanguíneo, se traslada hasta llegar a las arterias del cuerpo, donde las células de cada
tejido utilizan el oxígeno para subsidiar sus requerimientos energéticos. Subsecuentemente, el
CO2 resultante se desplaza por los capilares hasta las venas cavas, que llevan el desecho hasta la
arteria pulmonar; donde finalmente retorna a los capilares alveolares y es expulsado del cuerpo
humano en la exhalación (Minuchin, 2011).
A esto, es preciso mencionar que la Ventilación Pulmonar engloba a la cantidad de aire que
transita por los pulmones, en el lapso de un minuto. Lo dicho, en estado de reposo se traduce en
500 - 600 ml de oxígeno por ciclo respiratorio, los cuales son suficientes para abastecer el
requerimiento del cuerpo, cuando éste no realiza un esfuerzo mayor. Aunado a lo anterior, no
todo el oxígeno es utilizado para realizar el intercambio de gases; sino que aproximadamente una
tercera parte del oxígeno entrante, se aloja en las vías respiratorias superiores, como reserva
(Minuchin, 2011).
No obstante, al momento de realizar actividad física, la utilización de energía por parte de los
músculos, desemboca en una demanda mayor de de ATP y por ende, de mayor ingreso de oxígeno
para producirlo; al mismo tiempo se genera una emergente necesidad de eliminar el CO2 del
torrente sanguíneo. Previamente a la iniciación del esfuerzo físico, ya se genera una
hiperventilación por estímulo cortical; lo cual supone un aumento de la frecuencia respiratoria
(Colacilli, 2012).
Más adelante, durante la actividad física, se requiere de la máxima cantidad de oxígeno para
la absorción, transporte y consumo en el organismo, conocida como VO2max. De manera que,
ante la inminente generación desmedida de CO2, la presencia de cationes H+ induce a la
supresión del PO2 alveolar, lo cual en coalición con la disminución del pH sanguíneo; favorecen
la eliminación del CO2. En este contexto, se mantiene el aumento en la ventilación y el
incremento de la frecuencia respiratoria. Entonces, si la actividad física se realiza con un ritmo
constante, la ventilación va a adquirir valores estables; pero en caso de aumentar la intensidad,
la frecuencia cardiaca volverá a incrementarse (Colacilli, 2012).
Por último, al finalizar la sesión de ejercicio, el cuerpo aún debe recuperar sus valores de
ventilación normales. En este sentido, se produce nuevamente una hiperventilación, la cual
favorece la eliminación del exceso de CO2 y normaliza el pH sanguíneo; a través de desechar el
lactato y los hidrogeniones. Así, al pasar corto tiempo, el funcionamiento del organismo vuelve a
su etapa de reposo, por lo tanto la frecuencia respiratoria se estabiliza (Colacilli, 2012).
Referencias
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